Ellos no lo sabían, pero su viaje cambiaría el rumbo de la historia de manera irreversible. El que había de ser uno de los viajes más trascendentales de la historia empezó a tomar forma el 22 de mayo de 1492, cuando llegó al puesto de Palos de la Frontera, en Huelva, una carta de los Reyes Católicos en la que se le ordenaba a la municipalidad contribuir con dos embarcaciones a la expedición.
Aunque no fue fácil armar los barcos y reclutar a la tripulación, Colón partió el 3 de agosto de 1492 al frente de tres naves:la Santa María, la Pinta y la Niña, aunque los nombres de las dos últimas eran en realidad apodos (sabemos que la Niña se llamaba, de forma oficial, Santa Clara). Tres naves cargadas de provisiones, marineros y esperanzas de encontrar una nueva ruta comercial que cruzara el Atlántico.
La primera, la capitana, era una nao, mientras que las otras dos eran carabelas. Las naos eran barcos de tres mástiles y velas cuadradas, de tradición atlántica; pesadas y robustas, resultaban muy aptas para navegaciones largas. Por su parte, las carabelas eran más ligeras y maniobrables, tenían dos o tres palos que se solían aparejar con velas latinas.
Colón pudo conseguir la financiación para el viaje sobre todo gracias al apoyo de Isabel la Católica, que siempre creyó en él; por ese motivo, la expedición partía bajo la bandera de Castilla. Anteriormente varios reinos (Portugal, Inglaterra y Francia) habían rechazado su proyecto, y de no ser porque la reina Isabel lo apoyó personalmente, tal vez tampoco habría convencido a la corte castellana.
Una ruta hacia Asia
La expedición partía con la misión de encontrar una nueva ruta marítima hacia Asia, de donde provenían mercancías tan preciadas como la seda y las especias. La caída de Constantinopla en manos de los otomanos, en 1453, había cortado la vía terrestre desde Europa hacia Asia; y la ruta por mar que habían explorado los portugueses implicaba circunnavegar todo el continente africano y, aparte de peligrosa, era muy larga.
Los principales conocimientos de Colón sobre el viaje y las distancias que recorrerían se basaban en dos hechos: uno cierto, la esfericidad de la Tierra, y otro erróneo, el tamaño de la misma. De este modo, Cristóbal Colón pensaba que nuestro planeta tenía una circunferencia ecuatorial de unos 30.000 kilómetros, es decir, unos 10.000 menos de los que en realidad tiene.
La llegada a un nuevo continente era algo que ni siquiera esperaba, aunque le salvó la vida a él y a su tripulación ya que, de no haber sido por eso, se habrían enfrentado a un viaje por mar con más del doble de la distancia previstay probablemente habrían muerto antes de llegar a tocar tierra.
Así pues, después de hacer escala en las Canarias, el 6 de septiembre la flotilla tomó rumbo al oeste. El almirante calculaba que la distancia hasta Cipango (Japón) sería de unas 700 leguas, por lo que cuando se superaron las 800 sin avistar tierra hubo de afrontar el descontento de sus hombres, deseosos de abandonar una aventura que cada vez parecía más temeraria.
¡Tierra a la vista!
La madrugada del 12 de octubre de 1492 la tripulación de la Pinta - concretamente y según las crónicas, Rodrigo de Triana - avistó la isla de Guanahaní, en las Bahamas, donde desembarcaron en las primeras horas de la mañana. Allí tuvieron el primer contacto con sus habitantes, los taínos, a quienes regalaron algunos objetos que despertaron su curiosidad, como bonetes y cuentas de vidrio para ganarse su confianza.
Colón creyó en un primer momento que habían llegado a alguna ínsula desconocida al este de la India (de ahí que llamase indios a sus habitantes) ybautizó la isla como San Salvador. Después de abastecerse de agua y comida, elnavegante siguió su periplo por las islas de este archipiélago, llegando a a Cuba, a la que nombró Juana en honor a la hija de los Reyes Católicos, el 28 de octubre.
El 6 de diciembre llegó a Santo Domingo, isla que en adelante sería conocida como La Española y que sería el punto final de este primer viaje de Colón. El día 24 del mismo mes la Santa María encalló a la altura del actual cabo Haitien y sus restos sirvieron para construir un pequeño fuerte, bautizado como Navidad.
Por fin, el 16 de enero de 1493 Colón ordenó el regreso. Tras superar las Azores y después de una breve escala en Lisboa, la armada fondeó de nuevo en Palos de la Frontera el 15 de marzo, antes de dirigirse hacia Barcelona, donde sería recibido por los Reyes Católicos. Así terminó una osada y peligrosa aventura que abrió las puertas de América a los europeos, cambiando el mundo y la historia para siempre.